22/7/11


En azul la narración de Kasey
En turquesa la narración de Aselai
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Epílogo

Sin querer lo que creí que iba a matarme me hizo más fuerte, y si también creí que iba a matarnos, entonces…

Te necesito en la comisura de los labios, tu fragancia junto al aroma del té, entre mis dedos cuando camino. Pienso en las veces que odié tus ojos que no podían verme, pero ahora que sólo te veo cuando cierro los míos siendo sólo un recuerdo, entiendo que no los necesitabas, tu amor era suficiente, también tu anhelo de algún gesto mío verdadero en tu memoria, no el imaginado.

Quizás nunca odié en verdad, pero abrazaba ese sentir menos vergonzoso para ocultar que fui ganando miedo mientras ganaba tu amor, sólo no podía lidiar contigo porque no era fuerte por más que nos hice creer que lo era, era nada más una romántica, una chiquilla ilusionada que no quería sufrir.

Ahora que dejé de llorar me dí cuenta que necesitaba no tenerte. Hubiese preferido no pasar por esto, sin embargo así fue, ahora quiero volver a ti. Espero puedas perdonarme. Sé que lo hiciste al minuto siguiente en que me fui así como yo me arrepentí en ese mismo momento, ahora ¿Lo harás de nuevo?

Cuando te encuentre te haré sonreír, te llevaré al mar a hundirte en la arena, te peinaré horas, te dormirás en mis brazos con susurros apagados de algo que estabas diciendo e irás olvidando en el sueño, te despertaré con un beso, cocinaré para ti cada día, te miraré en silencio y luego te hablaré hasta que hagas que me calle.
No me moverá el temor, no intentaré hacerte feliz porque crea que estás incompleta, jamás me lo dijiste y ahora sé que nunca fue así, que sólo yo pensé que era un problema, te haré feliz porque te amo a pesar de todo y de todos. Voy a amarte con un amor más sincero y más sólido, no ese que nació de la compasión y las fantasías, no ahora que sé quiénes somos y seremos una junto a la otra.


Gracias a todos los que siguieron la historia. Los adoro.
Aiol te amo <3



13/9/10


En azul la narración de Kasey
En turquesa la narración de Aselai
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Cisma y desaciertos

Casi me sentí alegre cuando me di cuenta que llorabas nuevamente después de largos días de silencio pero nada era intencional desde que parecías no estar ahí dentro, no te dabas cuenta de tus lágrimas, fue difícil respirar cuando supe lo que eso significaba, sin embargo no pude más que entenderte, querías dejarme y no sabías cómo. No tengo nada de ti ahora, más que esta consideración dolorosa. Durante este vivir callado comencé a extrañarte y a dejar de quererme mientras te amaba cada día más y más te necesitaba de vuelta, perdí la confianza y no te reproché nada. Quería retenerte en mis brazos, hacer que me amaras otra vez, pero esa noche lloraste y yo lloré contigo todo lo que tenía guardado, tu consuelo me supo a lástima. No pude soportarlo, corrí haciéndote fácil el dejarme. Me aparté de ti como querías, ahora… me arrepiento tanto.

¿Algún día dejaré de tener miedo?
Sólo si dejamos de amarnos.
Entonces jamás dejaré de tener miedo.
Entonces viviremos con eso.
¿No te importa?
Te amo demasiado.
¿Por qué dejé que me superara el mundo?
¿Por qué olvidamos nuestras propias palabras?
Hazme superar el miedo sin dejar de amarte.
Di que me amas fuera de nuestra habitación,
luego vuelve a mí y me lo dices en secreto.
Porque así es como quiero que sea,
secreto porque es privado y no prohibido.
¿Sabes de qué color son mis ojos As?
No, no lo sabes.

Me parece ahora que estamos lejos, que cada vez que me hablabas de mis ojos esperabas que te hablara de los tuyos, que las evasivas de después no eran un reproche por no poder contestar a tu muda espera sobre cómo eran para mí los tuyos, sino que jamás te preguntara como eran, ahora sé que tú podías contármelo, siempre quise saberlo y nunca supe que tu ansiabas que yo lo supiera gracias a ti. Era tan simple.

Nos equivocamos, ahora ¿Podemos perdonarnos?
Podríamos tratar de explicarlo todo pero ¿Qué caso tiene?

El invierno pareció más triste para todas.
¿Cómo podía acabarse lo que era para siempre?
Lirios, jóvenes soñadoras, pobres princesitas, vieron como la maestra de segundo entraba a la habitación de Aselaí esa mañana y salía con una bolsa llena de cabellos rojos, cabizbaja. Kasey y Aselaí se cruzaban cada tanto en algún pasillo y nada cómplice ocurría entre ellas, nada que todos vieran e hicieran como que nunca fue así. Kasey pasaba el tiempo libre en la biblioteca, más delgada, más callada, más ausente. Aselaí sola en su habitación, sin su larga cabellera roja, sin el brillo en la mirada, sin sonrisa. El fin de ese año llegó lento y angustiante. La graduación.
¿Ellas jamás se volverían a sentir?

Me fui cuando fue tiempo de irse, sin despedirme, no vacilé, no sentí pena, estaba tan vacía y me fue imposible llorar ese día, al siguiente no quise despertar jamás. No dejé nunca de ver el rojo en las sábanas, separado de ti, separándome de ti. Cortaste el fuego con el frío filo de la navaja.

Dejarnos, jamás quise dejarnos. Pero ¿Cómo culparte?


5/4/10


En azul la narración de Kasey
En turquesa la narración de Aselai
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Carmesí

Hoy te siento ausente, pero te amo ¿Me amas tú?
Desaparezco y si el día fuera otro...
Me hago a un lado. Presente mi ausencia.

Besando el aire. El frío que quema.
La piel que aún arde al roce de las bocas.

Tengo tu olor y corazón ahogado ¿Qué más necesitamos?

Lo sabes. Cuando te haga el amor será para dejarte.

Sobre el edredón de espalda, el lirio que se consume. Sobre ella con una rodilla a cada lado de sus caderas y las manos a cada lado de su cabeza, el lirio de fuego la mira eternamente cerca.
No importa cuanto avanzó el reloj, si importa el error implícito en el gesto, ese en el inicio del amor bajo las sábanas que no volvería a suceder porque no dejaría que se les acabara el tiempo para ser felices.

Desde donde estoy me asustas, no veo tu rostro y escucho que llueve otra vez.
Hace unas semanas acerqué mi boca a tu oído y te recité poemas que aprendí de memoria, no era romántica sino graciosa, juntas éramos brillantes, profundas. Te hice escuchar el mar en las caracolas, te hablé desde el fondo de los océanos, se me perdió la risa.
No cerramos las cortinas, pero la luz de la luna no te baña y tus ojos se pierden en la oscuridad, empiezo a inquietarme y a sentir que pierdo algo, tú estas tan concentrada. Sé que tengo opciones, quedarme dónde estoy, o hacer algo, no sé cuál es la correcta, giro la cabeza porque siento vergüenza de tu mirada sobre mi indecisión. Veo tu mano a mi lado sujetar con fuerza mi pelo sobre la almohada. Tengo el impulso equivocado. Te seco las lágrimas que me hacen sentir ese mar que recuerdo salado en la garganta, me inclino hacia tus labios para besarlos teniendo la amarga sensación de lo que se acaba. Como del intangible haber entre tu cuerpo y tu alma, siento tu pena
pesarme y hundirme en el colchón. Lloro desesperada y sigo con amargura, ya nublada la visión, tu camisón desaparecer en la soledad de los pasillos fuera de mí.

Cuando se ama se puede llegar al borde de todo. La culpa me acaricia el pecho con dedos ásperos, me entumece, me adolece. Escucho el eco de tus pies descalzos correr por los pasillos desiertos, esa noche que no es otra noche, no cualquiera sino esta, presente. Corro
tras de ti casi fundiendo mis labios en uno para no llamarte ¿Por qué? ¿Cuándo dejé de hablarte? Sigo escuchando como te alejas. La garganta se me irrita dolorosamente con el aire congelado, jadeo. Cuando pienso que te veré al girar en una esquina no estás. Lo único que me llega es el sonido de la lluvia. No sé si dejaste de correr o estás tan lejos de mí que ya no podré alcanzarte jamás.
Me dejo caer. Me doy cuenta que estoy temblando. Que estoy afuera. Que estoy mojada... Tu piel es tan suave y
adictiva...

-No vayas a
enfermarte As, abrígate que está helado... -Te digo, porque no oirás.

Volví a tu habitación por costumbre, estás en la cama, el camisón empapado en el suelo. Las tijeras abiertas sobre mi almohada, el carmesí que lo ha cubierto todo.


15/2/10


En azul la narración de Kasey
En turquesa la narración de Aselai
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Oscuro cálido invierno

Hace frío, y sé que está ahí, está ahí como siempre y no lleva bufanda, porque la olvida, ni guantes, porque los llevo yo. Tiene el pelo suelto, trae sweter cuello en v, negro como sus ojos y sus cabellos. Lleva el abrigo puesto, también negro. La falda escolar, medias, calcetas y zapatos negros. Las manos desnudas alrededor de su boca, dándose calor, veo el vapor negro salir de ella, la nieve negra caer, el cielo negro sobre nosotras, todo es negro. Pero ahí está ella, ahí, como siempre.

Me coge las manos frías entre las suyas, siento su calor a través de sus guantes, me sonríe y el vapor que sale por su boca se hace agua en la mía, la beso con los labios congelados y se ríe más cuando nuestras narices se tocan y duelen por el frío del invierno, siento un calorcito dentro y le sonrío, pero no lo sabe, no dejo de hacerlo, le tomo la mano quitándole un guante y llevo sus dedos a mi boca para que me vea sonreír.




clasificación +16

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Lento desenfreno

En la oscuridad con deseo infinito busqué tocar piel desnuda.
Vaciar el alma en sudor haciendo algo especial mientras pueda.
Tú haciéndome sangrar por la espalda,
donde se entierran tus uñas, donde nacen mis alas.
Con el frío que hay afuera, el calor que hay aquí dentro y más adentro.
Otoño cualquiera jamás si te hago el amor de esta manera enferma.
La lengua por tus labios, los dedos delineando el contorno de tus ojos,
tu risa en mi vientre, tu boca en el cuello y las clavículas,
dedos en los nudillos, tras las rodillas. Lento desenfreno.
No paras de hablar, si quiero decir algo me callas a besos,
y a otras cosas. Me hace feliz que juegues.
A mi lado, de espalda, de boca, sobre mí, abajo, afuera, adentro.
Conmigo.


25/12/09


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Si no es aquí y sólo aquí


Cuando la primera hoja cayó ese primer día de otoño, yo estaba en donde no debía, desnuda en un banco del jardín interior del internado de niñas. No, no desnuda literalmente, pero así me sentía, casi siempre en los silencios, cuando estaba frente a ella, yo sabía que algo pasaba alrededor mío, me hacía vulnerable, me atrapaba. Vi como llegaba al suelo y recordé el cambio de estación, el otoño, calma antes de la tormenta. Nos saltamos las clases por petición mía, estaba decidida a que hoy sería el día, pero ya no era necesario. Estaba ahí esperando con esa mirada que me atraviesa, que le dijera lo que ya había descubierto otra vez con sólo estar frente a mí en medio de nadie, de nada. Me sonrió comprensiva, demostrándome que no tenía que decirlo, que lo sabía. No puedo decirle que la amo fuera de su habitación. Se me acercó pero se detuvo, después de asegurarme de que el nadie era correcto le toqué el brazo y ella supo que podía hacerlo. No fue un beso dolido, fue paciente y es la excitación de ser descubiertas lo que me hace abrir los ojos, para ver unas cuantas hojas más caer, algunos pétalos de cerezo rosado pálido como sus mejillas.

Pasó corriendo por sobre las hojas, dejando el crujido detrás suyo, lo escuchó con eco ya dentro del pasillo principal, directo a las clases de danza clásica, no quería llegar tarde, cada minuto cerca de ellas la alegraba un poco más y la hacía sentir segura sobre lo trascendental y lo eterno. Las ve cada clase en el salón de baile, al principio no veía nada más que lo normal, tutora y alumna, pero ahora sabe que es más que eso, ellas se tocan con amor, cuando Kasey le corrige las posturas de ballet a Aselai, le susurra en el oído, la guía con cariño, la mira con orgullo, están en medio de un montón de chicas de cuarto y segundo año, tutoras y alumnas, pero están solas, y no les hace falta nada más que la una a la otra. Ella piensa que es la única que lo nota, pero todas en algún momento sonríen cómplices cuando las ven girar juntas con la Sonata Azul.

Cuando desperté no abrí los ojos, supe que me mirabas con esa mirada perdida, que ve más que la mía, y esta vez sí estaba desnuda, en tu cama. Habíamos seguido el baile entre tus sábanas, mañana de fin de semana. Hoy día te pondrás algún vestido que ondeé no tan recatado con el viento. Porque estás contenta, porque te sientes libre, porque de nuevo compruebas que te amo, aunque no pueda decirlo si no es aquí y sólo aquí, de esta manera.

Que cuando todos se vayan las voces se escuchen a lo lejos, como las olas del mar rompiéndose una y otra vez alejadas de la orilla, disipándose en el horizonte, nos miremos a los ojos, discreto. Es hermoso porque es puro, es frágil pero brutal, angustiante y profundo. Simplemente perfecto. Es tierno, piel suave contra piel suave. Oculto, a veces pienso que debe ser así, nuestro y sólo nuestro. A veces siento que piensas lo mismo que yo, pero no lo crees, si tan sólo lo creyeras también, sólo me dirías te amo en mi habitación, como ahora, pero no por miedo a ser descubiertas, sino porque es nuestro secreto.


“Los amantes y los locos tienen mentes tan agitadas, fantasías tan formadas que perciben más de lo que el raciocinio comprende”

El Bardo.


24/10/09


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En turquesa la narración de Aselai
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Alternancias

Te acaricio el brazo hasta la mano rozándote la piel con la punta de los dedos, se te eriza el vello de la nuca y suspiras. Duermes boca abajo con la espalda al descubierto, recorro tu columna con besos secos, te huelo el pelo aspirando profundo abrazada a ti con la cara oculta en la marea roja, en el silencio. Me quedo aquí hasta que despiertas moviéndote bajo mi cuerpo, sonrío entre tus cabellos y soplo en tu cuello provocándote cosquillas. Te mueves otra vez bostezando, me separo con desgana y te beso en la boca cuando volteas la cara. Te lamo el mentón y salgo de la cama mientras te refriegas el rostro y me regañas, yo me rio camino a la cocina, se me congelan los pies descalzos con la baldosa fría. Preparo el desayuno.

Te veo frente al ventanal, con el semblante nostálgico, la luz del día te llega en la cara, me acerco a ti y tomándote la mano con la palma hacia arriba te entrego la taza de té. Me sonríes y sólo quiero llorar.

Siento el calor del sol en mi cara, en todo el cuerpo, siento el calor de la taza de té a través del platillo de porcelana. No me hablas, porque te temblará la voz. Estás triste como yo, por nada en especial, por todo. Siento tu mirada sobre mí y me quema más que las baldosas calientes la planta de los pies. Te oigo beber e intento mirarte a la cara guiada por el ruido. Lo haces con esa intención.

Me miras como quiero.

Quiero verte y sólo puedo imaginarte. Apoyada en el alféizar con los ojos entrecerrados, las pestañas largas, tus labios finos, el pelo largo, liso y liviano, el flequillo por debajo de los ojos. No sé de qué color son. No sé si sonríes o lloras en silencio. Sé que hueles bien,
que eres delgada, que tienes piernas firmes. Que eres hermosa, que soy afortunada.

Cuando te conocí intentabas ser invisible como el mundo lo ha sido para ti desde hace tanto tiempo. Vives de recuerdos borrosos y siento que todo lo que hago para hacerte feliz nunca es suficiente. Te admiro como no te imaginas, tanto como te amo y temo por nosotras. Sabes siempre como me siento, por como hablo y me muevo. Yo te veo y no siempre sé qué te sucede. Estoy tan triste. Por favor no lo descubras. Estoy tan feliz y enamorada de ti.

Sólo soy tu carga, necesito ayuda para todo. A veces no lo soporto.
Sin que me duela, o que me cause amarte más el extrañarte, ni tristeza.
Miedo a la desilusión, sin sentir el calor o el sueño.
El futuro incierto o la desazón, el estremecimiento.
Sin creer, ni oigo el lamento, ni te veo.
Dejar que me dejes, obligarte, mientras te amo.

Me rio de ti, de tus razonamientos sin sentido, de cosas que no quieres en verdad, de lo que sea que pase por tu mente frente al ventanal, de tu semblante pensativo, de tu sufrimiento y el mío. Del té helado, del reloj que marca las 10, del sábado. Te hablo de la gente que está en el jardín del instituto, sentados en el pasto, de su felicidad común y corriente, de las parejas que pasan frente al gran portón de entrada, de su amor normal, fácil y correcto. Hoy afuera todo se ve realmente bien, el cielo y los árboles. Te miro otra vez y estás en el suelo, sentada y en silencio, con la taza a un lado de los pies. Gritas, tan repentinamente que me asusto, gritas mientras miro hacia afuera, con la luz en el rostro. Gritas aunque pareciera desgarrarte la garganta. Me fui a meter a la cama boca abajo y te llamé contra la almohada. Te callaste y sentí tu peso sobre el cuerpo cuando me abrasaste y hundiste tu rostro en mis cabellos.

Me dices que soy tonta, me rio y te volteas. Te lamo el mentón y salgo de la cama mientras intentas ponerte seria y parecer molesta, sólo logras reír.



14/10/09


En azul la narración de Kasey
En turquesa la narración de Aselai
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De buena gana

Repasé por séptima u octava vez la misma línea, incapaz de mantener la concentración.
Tenías el ceño arrugado, los labios apretados y tiritabas un poco con la corriente de aire que se formaba en la biblioteca. Era verano y el sol quemaba fuerte, pero corría un viento fresco y el lugar estaba helado. Llevabas vestido, celeste esta vez y tenías la vista fija en mi cara. Me sentí observada hasta el alma, sin que fuese así ni superficialmente. Me sonreías amplio y radiante, te he leído la misma línea unas siete veces, sin duda te causa gracia. Hago como que no pasa nada y sigo leyendo, tienes las manos sobre el regazo, alisas la tela de vez en cuando, arrugas el ceño otra vez, así sé que me escuchas. Yo ni sé qué te estoy diciendo, porque no leo nada en verdad e igual te hablo. Si no fuese la biblioteca te reirías de buena gana. Si no fuera la biblioteca de buena gana te besaría.





5/10/09


clasificación +16
narrador omnisciente
entrada de longitud decente
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Hubo un tiempo en que reías

Una chiquilla delgaducha, de pelo liso y largo hasta la cintura, alumna del internado para niñas Lirios, se paseaba de un lado a otro frente a la habitación 32 de dicho lugar, tallado en la madera se leía Aselai Henell y en la cara de la muchacha la inseguridad. Llevaba unas cuantas flores en la mano y no dejaba de morderse el labio inferior hasta volverlo blanco, no tenía buen aspecto, pero de vez en cuando parecía recordar algo que la hacía sonrojarse y sonreír, le sentaba bien. Al fin tocó la puerta colocando las manos en su espalda, bajando la mirada hasta el suelo esperó hasta que lo vio iluminarse junto con escuchar el suave crujir de la puerta, alzó la vista y la luz que provenía de la habitación le golpeó en los ojos, el ventanal abierto, las cortinas bailando con el viento, el pelo rojo y la radiante sonrisa de su compañera.
Le temblaron las manos, no así la voz.


-Te traje flores…

Entró en la habitación, cerró, y besó a su compañera apoyada contra la puerta con los ojos abiertos clavados en la tela delgada y blanca que cubría las ventanas, agitada por la brisa de la primavera, agitada… y como todos los días le peinó los cabellos con sus dedos mientras la pelirroja olía las flores sentada frente al espejo en donde sólo Kasey Vedier podía verse y verla a ella sonreir cada vez que le besaba el cuello y le acariciaba los brazos y hundía su nariz en el infierno.


Su olor tan femenino la estaba intoxicando, el pelo recién lavado, sus gestos, su cuerpo. Sólo quería que la pelirroja gritara su nombre con todas sus fuerzas, porque era demasiado, quería que la sintiese tan cerca que no necesitara nada más que a ella. Ya no está nerviosa, sólo ansiosa, desesperada. Pone una pierna entre las de ella y certeramente la roza hasta escucharla gemir, la vuelve loca, la ve echar la cabeza hacia atrás, busca sus labios para besarla, le sonríe natural y sincera, dulce y sensual. Están a ciegas, es un camino que no han recorrido, pero no falta pasión, se dejan llevar, aún cuando todo parece un sueño y hay pensamientos que atormentan. Hay demasiada luz en aquella habitación, le desanuda la corbata, los botones de la blusa, atrapa uno de sus pechos en su mano y la acaricia hasta que diga su nombre, y se ríe. Se separa de ella y la observa, le dice cosas atrevidas, se siente bien con ella, libre, la recorre con la vista y luego con su lengua, la escucha decir su nombre mil veces, susurrando, gritando, gruñendo, suspirando. Aselai arquea la espalda entregada, cuando Kasey le cuela los dedos por la falda y queda al descubierto, está húmeda, vuelve a arquearse cuando su amiga ríe de nuevo mientras juega, mientras la toca. El azul ya no era azul, tenía las pupilas completamente dilatadas…



3/10/09


En
azul la narración de Kasey
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Ahora nada

Hubo un tiempo en que llorabas cuando hacíamos el amor, como hubo uno en que reías, ahora ni lo uno ni lo otro, ahora nada. No puedo verte Kasey, necesito que hagas algo más que estar aquí conmigo, porque aún así es como si no estuvieras, sé que hay cosas con las que tienes que lidiar sin que yo pueda ayudarte, pero me importas, quiero que me cuentes, quiero escucharte reír otra vez, quiero que seas mis ojos incluso ante los problemas, deja de cuidarme de esa manera, nos alejas del resto, tú me alejas de ti. Eres tú la que se va, eres tú la que cree que no necesitamos hablarnos.

Hubo un tiempo en que reías…




28/9/09


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Dime en sueños que me amas

Ojos de cielo, hoy te siento ausente a pesar de tener tu cabeza apoyada sobre mis piernas dormitando, te extraño más cuando aspiras que cuando exhalas, siento el viento en mi cara y tu aroma no me llega, estás intranquila cabellos de fuego, se te mueven los ojos bajo los párpados ¿Estás soñando mis miedos? Quisiera arrancarme los ojos, quizás sea más como tú y pueda entenderte, no hacerte sufrir y verte como tú me ves. Quisiera que pudieras ver cómo nos ve la gente y que puedas comprender como he estado sufriendo por las dos. Tus labios ya no son tan rojos, se me llenan los ojos de lágrimas, te mojo la cara con ellas y hablas en sueños cosas que no entiendo ¿Esa es tu respuesta a mi dolor? Quiero que me beses, quiero besarte y a fuerza de ello te devolveré el color ¿Alguna vez verás que los míos están negros? Quiero abrazarte y sólo te miro, dime en sueños que me amas y olvidaré quien soy y me harás de nuevo, tú que me conoces más que yo, seré más real si tú me creas como me ves sin verme ¿Cómo puedo sentirte lejos si te tengo tan cerca? Hoy te siento ausente, pero te amo ¿Me amas tú?




27/9/09


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Cuando su piel roza la mía

No fuimos a clases, nos quedamos en mi habitación todo el día… nos besamos por horas, dos razones me impulsaban a hacerlo. No quería parar, si lo hacía tendría que dar explicaciones que no tenía, tampoco podía parar, sentía morir un poco cada vez que me separaba de ella.
No sé por qué me acerqué de esa manera, no sé por qué necesité tocar sus labios… curiosidad. No es lo que pienso realmente. No quiero que me deje, nunca, podría estar así para siempre sin saber las razones, o la única razón que ronda en mi cabeza, completamente irracional.

Cuando me separé de ella la miré intensamente, creo haberlo hecho cada vez que abría los ojos para verla, pero ella nunca lo supo, le acaricié el rostro y me sonrió, igual que todos los días, pero mi reacción fue diferente. Ahora yo la besaba sin importar nada, le acaricié la espalda, los brazos, enlacé mis manos con las suyas y la recosté sobre sus sábanas blancas, le besé el vientre y me acomodé en su pecho sonriendo, mientras sentía sus manos buscando mi sonrisa, la oí bostezar y reír despacio antes de quedarnos dormidas.

Al despertar sentí su peso sobre mi cuerpo, sentí a la que hasta ahora sólo era mi amiga, a Kas aferrada como una niña indefensa, aún cuando era yo la que siempre parecía serlo, a Kas como nunca antes, era ella la que me cobijaba en sus brazos y me defendía del resto, pero ahora la tenía así, siendo ella quien necesita de mi.
Aunque sea mayor que yo, aunque sea seria, callada, centrada, aunque parezca racional y madura, pasando siempre de todos y de todo, conmigo es quien es, es más humana, es alegre, se ríe, es sencillamente más hermosa, le acaricio el cabello, puedo oír su respiración calmada, y podría jurar que sonríe en sueños.

No podría despertar en mejor lugar, levanté la vista y vi sus ojos azules clavarse en los míos, busqué su mano sin desviar la vista, por muy sin sentido que pudiese resultar y entrelacé nuestros dedos casi con violencia, la besé otra vez, jamás podré dejar de hacerlo. Todos los días, desde ese día ella me ve, cuando su piel roza la mía.



21/9/09


En azul la narración de Kasey
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Hasta lo más profundo

Hundí mis dedos en su pelo rojo para peinarlo con ellos, era tan sedoso, y aún así real, le acaricié el cuello, Aselai rió, le daba cosquillas el roce de mis dedos en su piel, pero no dijo nada, se le colorearon las mejillas cuando acerqué mi rostro a su cabeza y aspiré con tal fuerza que pudo notarlo, olía a rosas. Me temblaron las manos, me alejé de ella, agitada. Le dije que estaba perfecta, desde el borde de su cama en donde me había sentado, con los dedos crispados sobre la falda escolar.

Me levanté de la silla, le susurré un gracias como cada mañana, caminé sin titubear, siguiendo su aroma y me senté a su lado, aunque el corazón me golpeaba tan fuerte el pecho que dolía, quise verla, más que siempre, pero acepté una vez más la verdad con cierta tristeza, más que nunca.

Deseaba tanto abrazarla que quería irme de ahí cuanto antes, me recosté cayendo despacio hacia atrás y solté un suspiro frustrado cerrando los ojos. Su olor me mareaba, los abrí y le miré la espalda, todavía no se colocaba el bendito uniforme, cerré los ojos con fuerza y solté otro suspiro, esta vez algo nervioso. Pasaron varios minutos tratando de poner la mente en blanco, no funcionaba, veía unos azules intensos y rojo, rojo envolvente, tan concentrada estaba que no percibí el movimiento de la cama cuando As se movió en ella, hacia mí.

Acerqué mi mano a donde debía estar su rostro, tantee el aire hasta que rocé mis dedos con su piel, sentí como temblaba cuando me detuve en sus labios, se los acaricié apenas, tímida como no era, pero esta vez sabría la verdad, y tenía miedo.

No abrí los ojos mientras disfrutaba de su inspección, estábamos en iguales condiciones, ninguna podía ver a la otra, pero la sentía hasta lo más profundo. El olor se intensificó, lo sentí tan cerca que hasta podría ser mío, sentí su respiración cálida en la cara. Me besó, lento en un principio, luego desesperadamente, volví a hundir mis dedos en su pelo, esta vez para pegarme más a ella, si es que era posible, y no dejarla ir, nunca.



lirios


A partir de aquí las entradas son todas partes de una misma historia, contada en fragmentos, algunos continuos, otros inconexos, en primera persona o en tercera, relato, diálogo o poema. Son lo que escribo últimamente, después de mucho tiempo de no hacerlo y es un trabajo que trata de ser diferente a lo que acostumbro a escribir, aunque también puede ser lo mismo de siempre, al menos si no hay cambio en la 'forma', lo habrá en el 'fondo'.
Enjoy!

01. Hasta lo más profundo
02. Cuando su piel roza la mía
03. Dime en sueños que me amas
04. Ahora nada
05. Hubo un tiempo en que reías
06. De buena gana
07. Alternancias
08. Si no es aquí y sólo aquí
09. Lento desenfreno
10. Oscuro cálido invierno
11. Carmesí
12. Cisma y desaciertos
13. Epílogo


 
 
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